OPERACIÓN OCASO
A estas alturas ya sabrás que mis gustos literarios son, por
decirlo de algún modo, algo especialitos. Esa es una categoría en la que encajan
infinidad de registros: desde horrores clásicos, como fantasmas victorianos, criaturas
inmorales tales a Drácula y otros seres infames, hasta terrores más contemporáneos,
como exorcistas que han perdido la fe, asesinos cuya crueldad trasciende
fronteras y, en general, historias perturbadoras que flotan en un mar literario
con menos adeptos de los que merece. Encantador, ¿verdad?
Pero uno de los básicos de mis estanterías empieza por la
letra Z. Y es que sí, siento devoción por las historias de zombis, así que
cuando Sergio Higón se puso en contacto conmigo para ofrecerme su novela
Operación Ocaso y vi la sinopsis, no pude resistirme.
¿Qué vamos a encontrar en esta historia?
Pues tenemos que viajar al verano de 2024. El mundo se ha
vuelto un sitio hostil en el que los intereses políticos están muy por encima
de las necesidades humanas —nada que ver con la realidad, ¿no?—, y con la
guerra de Ucrania en plena ebullición, el presidente ruso decide usar un virus
como arma. Supongo que habrás adivinado que la cosa se desmadra y es cuando surgen
nuestros amigos los zombis.
Por supuesto, los líderes mundiales ponen manos a la obra,
intentando controlar la situación. ¿Crees que, por una vez, harán bien su
trabajo? ¿Podría ser esta la excepción?
Mmmm.... Bueno, no puedo contarte eso. Saca tus propias conclusiones. Lo que sí puedo decirte es que no son sólo ellos, los políticos, los más importantes de esta trama. Esta es una novela coral, con personajes de lo más variopintos y escenarios muy especiales, como una masía llamada “La pequeña Habana” —esto me hizo viajar inevitablemente a la novela de mi queridísimo Naviru Shorno “No soy un zombi: La masía Colometa”, uno de los grandes culpables de que hoy sienta este amor por toda trama que incluya comecerebros—. ¿Cómo iba a resistirme a leer una novela con todos estos ingredientes?
El ritmo de la narración es fluido y muy ágil, y las
descripciones de los ataques zombi satisfacen a cualquier amante del género. Hay
innumerables escenas con muertes memorables —incluidas las de algunos mandamases
que, confieso, me arrancaron una sonrisa, por la originalidad y la ironía de
sus finales. Soy pérfida, lo sé. No creo que eso sorprenda a nadie—.
Quizá he echado en falta algo más de desarrollo en algunos
personajes, pero eso es porque soy una friki y me hubiera gustado conocerlos un
poco mejor. Creo que, de todos, el que mejor proyectado está es Alonso, y de
hecho he conseguido conectar con él más que con ningún otro.
En general, podría decirte que cumple con los requisitos de
una novela apocalíptica: hay miedo, bajeza humana, momentos heroicos y un
sinfín de seres que no querríamos encontrarnos ni en pintura —y no me refiero
sólo a los infectados que van dando dentelladas por doquier—. Si buscas un
libro que te mantenga pegado a sus páginas y ofrezca muerte, persecuciones,
tensión y crítica a quienes dirigen el mundo, esta es una buena opción.
Geopolítica, sangre, lucha por
la supervivencia y una estupenda conjunción entre lo bueno y lo malo que puede
surgir de nuestra especie al vivir una experiencia límite.
Gracias por dejarme leer tu
historia, Sergio. ¡Muchos éxitos!
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