TRES HISTORIAS NAVIDEÑAS

 

Siempre he pensado que hay algo muy especial en las historias contadas por niños, cosa que, desde la perspectiva literaria, puede parecer un propósito fácil, pero nada más lejos de la realidad. En “Tres historias navideñas”, Victoria F. Leffingwell —Vicky, para los amigos— logra su cometido con creces. En este libro, nos regala tres relatos cortos que nos transportan a las Navidades de otra época, donde las pequeñas cosas tenían un significado inmenso, y la ternura infantil era capaz de enfrentar cualquier dificultad gracias al poder de la imaginación.

El gran acierto de esta obra es la narración en primera persona. Vicky adopta la voz de una niña de cinco años con tal maestría que uno podría pensar que es una transcripción literal de sus recuerdos infantiles. Es una voz llena de inocencia, pero también con una espontaneidad que resulta a la vez divertida y conmovedora. La forma en que las pequeñas protagonistas interpretan el mundo que las rodea —con explicaciones disparatadas, preguntas sin respuesta y una lógica propia de su edad— me pareció de diez. Me sacó más de una carcajada y también me hizo reflexionar mucho respecto a cómo funcionan las mentes de los niños y cómo nos transformamos a medida que vamos creciendo, perdiendo, por desgracia, esa frescura tan genuina.

Las historias aquí funcionan como un retrato vívido de una época dura. Dificultades económicas, problemáticas socioculturales y herencias de peso que sufrieron algunas generaciones, están latiendo en el trasfondo de cada relato. Y resulta conmovedor ver cómo la felicidad de esas niñas transforma cada carencia en una serie de momentos entrañables. Hay una mezcla preciosa entre nostalgia y humor, entre la crudeza de aquel tiempo y lo hermoso de las ilusiones navideñas.

Otra cosa que me gustó es cómo Vicky combina la narrativa con pequeñas pinceladas de la vida cotidiana, como recetas o tradiciones familiares —quien haya leído a esta autora sabe que este es un toque característico en sus obras— y este aspecto de algún modo te acerca a esa realidad, porque eso es precisamente lo que ella quiere, que lo experimentes de cerca.  

El libro tiene el poder de despertar recuerdos de la propia infancia, de esas Navidades donde el mundo parecía un poco más mágico y no tanto como la rueda de consumismo que hoy en día significa. Personalmente, me transportó a imágenes de largas reuniones familiares, de cocina bulliciosa y de las pequeñas aventuras que vivimos cuando aún tenemos la credulidad intacta. Mis felicitaciones, Vicky, porque creo que te has superado con este libro.

“Tres historias navideñas” es una antología entrañable, sencilla, pero no por ello carente de emoción. Quizá su mayor logro sea recordarnos la importancia de ver el mundo desde nuestros ojos infantiles; incluso —o tal vez debería decir sobre todo— los días más grises.

¡Gracias por hacerme viajar a mis Navidades pasadas, Vicky!


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