LINGUA MORTIS



Lingua Mortis, de mi queridísima L.W. Veider, llevaba esperando turno de lectura desde hace mucho tiempo, así que decidí no posponerla más y me lancé a la aventura sin leer la sinopsis y sin llevar paracaídas, que es como suelo enfrentarme a los libros.

Cuando uno piensa en thrillers de corte policial, lo primero que te viene a la mente es la investigación, el seguimiento de pistas, la taquicardia constante. Y sí, en Lingua Mortis encontrarás de eso, pero te adelanto que no se trata de un thriller al uso. Quizá lo que más me ha gustado de este libro es que, precisamente, no es como otros del género, ya que el elemento sobrenatural te golpea directo al alma, y el resultado al final, sumando todos los ingredientes de la trama, deriva en una obra muy fresca.

La historia está planteada desde dos ángulos distintos. Por un lado, tenemos al equipo policial liderado por el detective Sánchez, que pretende atrapar a un asesino en serie que está liándola a lo grande. Este criminal parece elegir a las víctimas al azar, pero todas están conectadas por un patrón perverso. En ese sentido, vamos a encontrar las reglas habituales en registros similares: la intensidad de un detective comprometido, hallazgos macabros, escenarios relevantes, la frustración de los personajes… Vamos, lo que suele haber en una novela del género.

Sin embargo, es el segundo enfoque —la perspectiva de Laura, una víctima fantasma— lo que le da el punto de originalidad a esta novela. Me ha parecido muy llamativo el modo de plantear a este personaje, cómo enfoca sus emociones tras entender que ya no forma parte de los vivos —no te preocupes, esto no es un espóiler—, o las dificultades que entraña hallarse en ese umbral desconcertante para ella, ya que tendrá que intentar resolver el misterio de su propia muerte antes de que el tiempo borre sus recuerdos para siempre.

Me encanta que la tensión del thriller se complemente con la introspección de la protagonista. A decir verdad, la portada me llevó a pensar que enfrentaría una historia con tintes fantasmagóricos, quizá con un aire victoriano; pero no. Y me ha gustado la sorpresa. Que Laura no esté viva la convierte en una narradora atípica, porque, a pesar de su muerte, no deja de ser una voz activa en la historia, y aunque ya no tiene la capacidad de sentir del mismo modo en que lo haríamos los vivos, está proyectada como alguien cargado de vulnerabilidad. Es imposible no conectar con ella en algún momento de la trama. ¿Te imaginas que la muerte en realidad se ajuste a esto? ¿Será una pausa inquietante entre las fases que ha de procesar el alma?

La intriga está servida.

Uno de los aciertos del libro es que te involucra sin remedio en la historia, de modo que formas parte de la investigación sin darte cuenta. Irás creando tus propias teorías en base a las pruebas, y te animarás a dibujar el perfil del asesino. Lógicamente, te equivocarás, y supongo que eso es lo interesante cuando hablamos de suspense.

Me ha parecido una novela muy entretenida y adictiva, aunque he de admitir que mi motivación al leerla tenía más que ver con el proceso que estaba experimentando Laura que con la investigación policial en sí.

Novela muy original que plantea interesantes cuestiones, como por ejemplo, si la muerte física es el fin de todo, o si se trata del inicio de otras cosas.

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