ARROW CREEK
“Arrow Creek”, novela corta de Tinguaro Tejera, es una de
esas lecturas difíciles de soltar. Se lee en un ratito, y no sólo por su naturaleza breve, sino porque la historia es muy fluida.
Tinguaro nos presenta a Harry Maynard, que
tiene una visión del mundo un tanto peculiar —razones no le faltan—, y es un
personaje interesante porque, a pesar de ese carácter difícil, acaso como
efecto de la realidad física que debe sufrir, resulta inevitable no hacerte su
amigo. Si a eso le sumamos una inteligencia superior a la media e intereses que
se alejan bastante de los habituales en chicos de su edad, tenemos como
resultado a un protagonista especial.
Y en el otro lado conoceremos al señor Burnett, un anciano huraño
y también temido en la zona, pero que, tal y como puedes imaginar, es mucho más
que eso. La dinámica entre él y Harry es la base de la novela. Me encanta esa
conexión que se forja a pesar de la diferencia generacional, y el manejo del
sarcasmo y más de una salida de tono por parte de ambos personajes hace prácticamente
imposible soltar el libro hasta terminar su lectura.
A priori, parece que Burnett va a representar el rol de viejo
inaguantable, y en parte lo es, pero a medida que avanza la trama, con charlas
tan curiosas con Harry, vas conociéndolo en profundidad y dejas de verlo como
el simple gruñón. Y, además, siento que el propósito de Tinguaro era alejarse
de esas relaciones melodramáticas tan habituales del género, cuando dos sujetos
que en apariencia son tan dispares y luego, por circunstancias, establecen un
vínculo entre ambos. Aquí todo sucede de forma natural y no hay un sentimentalismo
innecesario, algo a tener en cuenta si te pasa como a mí y no soportas las altas
dosis de cursilería.
Lo que mejor hace Tinguaro aquí es equilibrar las dosis de
comedia y esos momentos de reflexión. Hay algo muy genuino en la manera en que
los personajes, cada uno con sus respectivas cargas emocionales, van sacando a
relucir sus puntos buenos y malos. Harry, con ese dolor soterrado —no puedo
contarte por qué, ya que si lo hago te estropeo la historia—, y el señor
Burnett, con su aparente rudeza, que oculta sabiduría pero también fragilidad,
son dos perfiles que transmiten mucho en muy pocas páginas, y eso me parece genial.
Pero no pienses que por ser una novela corta va a estar libre
de profundidad; de hecho, me encantó que Tinguaro fuera capaz de crear una
historia partiendo de un espacio tan reducido. Y luego esos diálogos llenos de
humor inteligente, los tira y afloja entre los protagonistas, todo está
dispuesto para que la lectura sea fresca y esté llena de dinamismo.
En cuanto al estilo, partimos de una narrativa ágil, sencilla,
directa. Aquí no hay descripciones extensas ni reflexiones interminables. Va al
grano, pero sin sacrificar la belleza de las palabras. Es una prosa limpia,
efectiva, que deja espacio para que el lector pueda llenar los huecos por su
cuenta.
Historia que emociona y que a la vez es capaz de hacerte
sonreír. Te aseguro que, si le das una oportunidad, la leerás del tirón.
Enhorabuena, Tinguaro. Ya tengo ganas de leerte de nuevo.
Gracias a ti por acercarte y valorar mi obra!❤️😜
ResponderEliminarMe encantó, guapérrimo! Sigue escribiendo!
EliminarY este crack sin ir al Tamamasla? Que mal todo...
ResponderEliminarHabrá que invitarlo para que se vea el arte canario, no?
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