LAS SIRENAS NO EXISTEN
Hay historias que llegan como una marea: primero te mojas con
cuidado los pies, por miedo a que el agua esté fría; luego, agradeces haber
tomado la decisión de dejarte arrastrar por el oleaje, atendiendo a las
profundidades con los ojos de un niño inquieto.
Eso mismo he sentido con Las sirenas no existen, la nueva
novela de mi adorable compi de letras Naviru Shorno. Después de haber leído el
resto de sus obras, todas especiales a su modo, bien escritas y llenas de esos
elementos que hacen de un argumento algo especial, esperaba un nivel bastante
alto. Y no me he equivocado.
¡Qué disfrute!
María Antonia, protagonista de esta historia, te va a crujir
el alma, te hará reír, te generará ternura. Eso sí, te contará los eventos más
cruciales de su vida desde una energía absorbente. Y tú leerás con una sed
inusitada, ávido de saber más y más.
Siempre he dicho que mi libro favorito de Navi es No soy un
zombi: La masía Colometa —y sigo creyendo que es una novela fantástica, mis
siniestros gustos no van a desaparecer así como así—; sin embargo, Las sirenas
no existen acaba de ocupar el primer puesto en el ranking, fundamentalmente
porque a nivel narrativo me parece completo y muy efectivo, una obra bien
ejecutada, mimada al extremo, cuidada hasta el menor de los detalles.
El lenguaje, el desarrollo de personajes, la estructura, la
profundidad de conceptos…, Naviru maneja bien los tiempos, la jerga, la
emoción, el humor, la tragedia. Ha hecho un trabajo fantástico y creo, o más
bien sé, que esta novela va a conquistar a muchos, muuuuchos corazones.
Porque sí, María Antonia, al igual que otros de los
protagonistas que vas a encontrar en esta novela, te conducirá a replantearte
muchas cuestiones de tu existencia. Puede que te sientas identificado con ella,
o que conozcas a alguien de su misma condición, alguien con necesidad de desnudarse,
con un alma bonita y que mantiene una relación compleja con los conceptos.
Una novela llena de humor del bueno, del que te saca más de
una carcajada, pero que también profundiza en ti de forma inevitable, y me
atrevería a decir que también de forma necesaria.
Bien hecho, amigo. Da gusto encontrarse con un libro tan
cuidado y lleno de tanta genialidad. ¡Canela en rama, guapérrimo!
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