ARDE, BRUJA

 


Desde tiempos inmemoriales, las brujas han sido parte del folclore de muchas culturas alrededor del mundo. En la Edad Media, el temor a ellas alcanzó su punto culminante con la caza de brujas en Europa. Se creía que estas mujeres (y a veces hombres, aunque en menor medida) poseían poderes sobrenaturales otorgados por pactos con demonios, a quienes ofrecían bebés como tributos a cambio de favores como combatir el paso del tiempo o tener la capacidad de volar y transmutarse en cualquier criatura.

Leyendas hay muchas, lo que sí está claro es que se cometieron juicios y ejecuciones por brujería que, aparte de ser una mancha terrible en la historia de la humanidad, alimentaron el mito más allá de lo que por entonces se podría haber imaginado.

Pero ¿acaso hoy, siglos después de tanta barbarie, sabemos qué es exactamente una bruja?

El origen del término es un todo un enigma. Algunos investigadores sostienen que deriva del celta, mientras que otros lo rastrean hasta el latín. Etimológicamente, significa «mujer sabia». En sus orígenes, las mujeres llamadas brujas tenían una connotación positiva y eran vistas como curanderas y expertas en la naturaleza. Sin embargo, durante la Edad Media, la percepción de las brujas empezó a cambiar y comenzaron a ser demonizadas. Este cambio se intensificó en el siglo XVI con la reforma protestante y la publicación del Malleus Maleficarum, un tratado cruel que detallaba cómo identificar y perseguir a las brujas. Esto llevó a una persecución brutal, donde más de 50.000 personas fueron ejecutadas por brujería en Europa, incluyendo aproximadamente 300 en España.

Hasta bien entrado el siglo XVI, la amplia definición del delito de brujería hacía difícil distinguir entre crímenes reales y peligrosas creencias. Como resultado, personas ejecutadas por brujería podían ser culpables sólo por haber contado un sueño que creían profético o tener conocimientos de matemáticas, mientras que delincuentes y criminales acusados de brujería podían evitar castigos por sus crímenes si demostraban no ser brujos.


Un ejemplo de esta situación fue el caso de “las brujas de Pareja”. En este municipio de lo que hoy conocemos como Guadalajara, durante el reinado de Carlos V se documentaron varios grupos de mujeres acusadas de brujería. Según las denuncias, allanaban moradas accediendo a través de chimeneas y, además, agredían y a veces mataban a los niños con los que se encontraban en esas casas.

La Inquisición decidió juzgar a estas mujeres por brujería en lugar de por sus delitos reales. Estas criminales fueron puestas en libertad porque el juicio por brujería las absolvió. En contraste, personas inocentes que afirmaban ser videntes y no tenían antecedentes criminales a menudo pagaban con sus vidas tras el juicio. Un ejemplo de esto fue Eugenio Torralba, un intelectual que había viajado por las principales universidades europeas y hacía profecías sobre el reinado de Carlos V. Torralba terminó sus días encarcelado, acusado de brujería.

Los Juicios de Salem en 1691 son uno de los casos de brujería más famosos. En Salem, Massachusetts, un grupo de niñas, incluidas la hija y la sobrina del pastor puritano Samuel Parris, comenzaron a mostrar convulsiones y comportamientos extraños debido a una enfermedad desconocida en ese momento. Hoy se cree que estos síntomas fueron causados por alucinaciones provocadas por el hongo cornezuelo, que crecía en el centeno fermentado.

La identidad cultural de Salem, en Nueva Inglaterra, está profundamente marcada por su historia como escenario de los infames juicios por brujería de 1692, la caza de brujas más mortal en Estados Unidos. Inmortalizada en obras literarias como «Las brujas de Salem» y «El crisol» de Arthur Miller, este lugar sigue atrayendo a turistas fascinados por esta histeria del pasado.

El juicio de Salem es probablemente el más célebre hoy en día, gracias a su amplia representación en los últimos cien años en novelas, obras de teatro, películas y series de streaming. Sin embargo, hubo otro litigio igual de relevante en España: el juicio de Zugarramurdi, que ocurrió casi un siglo antes, en 1610.

El juicio de Zugarramurdi se llevó a cabo en el tribunal de la Inquisición de Logroño, con una treintena de acusados. De ellos, dieciocho fueron perdonados en una teatral confesión, gracias al «perdón por lágrimas en los ojos». No hay que olvidar que todo esto se produjo en pleno Siglo de Oro, una era de dramatismo. Pero no todos tuvieron la misma suerte: seis fueron quemados vivos y cinco en efigie, ya que habían muerto en prisión esperando el juicio.

Algunos aseguran que estos reos murieron por torturas para obtener confesiones, pero ciertos historiadores sugieren que, al igual que en Salem, podría tratarse de un síndrome de abstinencia por el consumo de plantas alucinógenas que les hacían creer en sus propios poderes sobrenaturales.

Lo notable de todo esto no radica en los horrores típicos de la época, sino en lo que sucedió después. Alonso de Salazar y Frías, uno de los tres inquisidores que participó en el juicio, desarrolló una investigación exhaustiva tras el caso debido a «escrúpulos de conciencia». Gracias a sus esfuerzos, la Corona Hispánica, con la Inquisición en su apogeo, se convirtió en pionera en la defensa de las brujas. Salazar y Frías convenció a la Junta Suprema de la Inquisición de que no había brujos ni embrujados en el lugar hasta que se comenzó a hablar y escribir sobre ellos.

La brujería es un fenómeno que refleja cómo las mentalidades evolucionan y se adaptan. En la transición del siglo XVIII al XIX, las brujas adoptaron un tono más reivindicativo, evidente también en representaciones artísticas como las brujas de Goya, especialmente en su obra más destacada, "El Aquelarre" (1797). Expertos sugieren que Goya se inspiró en los juicios de Zugarramurdi, haciendo una crítica mordaz a la iglesia y a la ignorancia de la España de entonces, que se valía de la superstición para ejercer dominio a través del miedo.


En el siglo XX, la imagen de la bruja se hizo omnipresente en obras ficticias, mayormente dirigidas al público infantil. Sin embargo, reconciliarse con el hecho de que muchas de nuestras villanas favoritas de series, películas y libros, como la Bruja Mala del Oeste de El Mago de Oz (1900), tienen raíces inspiradas en historias tan desgarradoras como reales, puede resultar difícil. Incluso en el Reino Unido, a mediados del siglo XX, algunas mujeres fueron juzgadas por brujería bajo una ley del siglo XVIII. Estas leyendas y mitos se remontan a siglos de conciencia colectiva influenciada por casos reales de inquisiciones que condenaron a mujeres y hombres por supuestos vuelos en escobas.

 

Saray te recomienda:

Películas sobre Brujas

Suspiria (1977)

Si te gusta el terror sobrenatural y el cine setentero, “Suspiria” es para ti. Dirigida por el renombrado director italiano Dario Argento y estrenada en 1977, es conocida por su estilo visual distintivo y un uso muy particular del color. La banda sonora estuvo a cargo de Goblin, y todo en conjunto logró crear una atmósfera inquietante y macabra como pocas.

La trama sigue la historia de Suzy Bannion, que se inscribe en una prestigiosa academia de danza en Alemania. Pronto descubre que la escuela está dirigida por un aquelarre de brujas. La ansiedad está servida.

Filme de culto que cualquier amante del terror ha de ver sí o sí.

The Witch (2015)

Terror psicológico del bueno que nos lleva a la Nueva Inglaterra del siglo XVII. Conoceremos de cerca a una familia puritana que es expulsada de su colonia y obligada a establecerse en una granja aislada, lindando con un bosque de lo más perturbador.

De un lado la fe y del otro el peso de la superstición, todo dispuesto a través de una ambientación magnífica, una atmósfera opresiva, interpretaciones sublimes y una fotografía maravillosa.  




El proyecto de la bruja de Blair (1999)

No podía faltar esta película en el listado de recomendaciones brujeriles. Innovadora en su género, nos puso el vello de punta a toda una generación a la que se intentó convencer de que se trataba de un found footage —metraje encontrado— donde tres cineastas investigaban la leyenda de la Bruja de Blair y, ¡oh, Dios mío!, acaban envueltos en una situación nada amable cuando deciden adentrarse en un aterrador bosque de Maryland.

Un fenómeno cultural cuyo enfoque minimalista y producción austera crearon tendencia en el cine de terror. Destacada labor en su sonido, que significó un antes y un después en la psicología del miedo y sus efectos en el público de la época.

 

Y como en este blog también amamos la literatura, ahí te van algunos libros que alimentarán tu amor por las brujas y las artes oscuras:

“El legado de una bruja celta: lo que debes saber para ser una meiga”, de Rosa María Alonso Ferragud. Magia y tradición celta para los más intrépidos.

El legado de una bruja celta, de Rosa María Alonso Ferragud

“Witches: A Tale of Sorcery, Scandal, and Seduction”, de Tracy Borman. Este libro explora la historia real de la brujería en Inglaterra, centrándose en la caza de brujas y los juicios que tuvieron lugar en los siglos XVI y XVII.

“Witches: A Tale of Sorcery, Scandal, and Seduction”, de Tracy Borman

“Brujas”, de Brenda Lozano. Novela contemporánea que aborda la brujería desde la cultura mejicana.  

“Brujas”, de Brenda Lozano

“Las brujas de Mayfair”, de Anne Rice. Trilogía basada en los poderes de una familia de brujas en Nueva Orleans. Los títulos de los tres libros son: “La hora de las brujas”, “La voz del diablo” y “Taltos”.

Trilogía de "Las brujas de Mayfair", de Anne Rice

¿Quieres que en el próximo artículo te hable de brujas famosas? Cuéntamelo en comentarios.

 

Comentarios

  1. CARLOS OMAR DE LA CRUZ MORENO1 de agosto de 2024, 19:02

    Excelente narración sobre un tema bastante interesante. En mi país, México, el tema de las brujas está bastante arraigado. Tomo nota de los libros y películas que recomiendas

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    1. Muchísimas por leer y comentar, corazón. México es un lugar muy especial en cuanto a cultura y creencias. Siempre habrá hueco en mis estantes para albergar libros de autores mejicanos. Abrazos, guapérrimo!

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