ME LLEVARÉ EL MUERTO A LA TUMBA
¿Cómo llevas el tema de los secretos? La frase “Me llevaré el
muerto a la tumba” ha cobrado un nuevo sentido ahora que he leído el libro de
mi querida Ari Lemarko, compañera de antología en Feliz NaviDead, libro que
puedes conseguir en Amazon. Ari, María Costa de los Santos y servidora nos
hemos juntado para elaborar un saco de relatos tétricamente navideños, así que,
si aún no los has leído, no tardes en hacerlo.
Por dónde iba… ¡Ah, sí! “Me
llevaré el muerto a la tumba” es una novela que juega con varios géneros, pero
podríamos encajarla en terror sobrenatural, con ese halo anaranjado que suelen
tener las obras que se desarrollan en la época de las calabazas. Ambientazo
total.
El libro aborda la temática del
más allá no sólo como un concepto paranormal, sino también como un reflejo de
las inquietudes humanas respecto a la vida después de la muerte. Ari te invita a
considerar la posibilidad de cuestionar nuestra percepción cotidiana, y lo
plantea desde un prisma en el que los fantasmas no son meras figuras de terror,
sino entidades que representan la continuidad de la existencia que supera la
muerte física.
La trama se centra en la vida de
Elaia, una joven que se encuentra inexplicablemente vinculada con el mundo de
los fantasmas. Esta relación peculiar la lleva a una serie de descubrimientos y
situaciones muy particulares, al más puro estilo de las novelas oldies de
misterio que tanto me gustan.
Bien, Elaia actúa como un puente
entre el mundo de los vivos y el de los espíritus, y su interacción con estas
entidades plantea preguntas profundas sobre la naturaleza de la muerte y lo que
podría esperarnos una vez nos vayamos al otro barrio. En este sentido, la
novela rompe con la noción tradicional de ese plano como un lugar distante y
desconocido, presentándolo más bien como una dimensión intrínsecamente ligada a
nuestra realidad.
¿Será que vida y muerte no son
tan distintas?
Ari equilibra muy bien el
suspense, las relaciones entre personajes y hasta algunos puntos de humor que
mejoran mucho la experiencia de lectura. Su narrativa es impecable y fresca, expuesta
en capítulos cortos y creándote una necesidad mortal de seguir y seguir leyendo
hasta el desenlace.
Además de Elaia, otros
personajes enriquecen la trama, cada uno con su propio trasfondo.
Personalmente, me ha atrapado Honorata, por el desarrollo de su perfil. Léelo y
cuéntame si a ti también te pasa lo mismo.
Ari me ha regalado
entretenimiento, sorpresa y también un respiro que se agradece mucho entre
obras de terror más densas y oscuras. Es como una tarde de otoño, ligeramente tétrica
pero a la vez acogedora, el equilibrio justo para sentirte a salvo sin negarle
un poco de sal a la vida.
Cerré el libro pensando en esa
necesidad de comunicación que siempre hemos tenido con quienes pasan al otro
lado. Desde tiempos muy remotos, los humanos siempre han intentado enviar o
recibir mensajes de los muertos: espiritismo, médiums, tablas ouija… Existe en
nosotros una innegable tendencia a buscar respuestas a todo aquello que se nos
escapa, como si conocer los secretos del universo nos acercara un poquito más a
nuestros muertos y también a muchos vivos.
Lectura obligada si buscas una experiencia de terror que también abrigue entre grafismo, humor y un misterio casi palpable al pasar sus páginas. Con final sorprendente incluido, de los que te despeinan y todo.
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