SIEMPRE QUE LLOVIÓ, PARÓ
La valentía se encuentra en los lugares
más inesperados: en una sonrisa, en un juego de palabras, en una actitud ante
la vida, en una historia contada desde el corazón. Alicia Rico Forte nos brinda
una de esas historias en su libro “Siempre que llovió, paró”. No se trata sólo
de un testimonio personal sobre cómo superar un cáncer y lidiar con la ansiedad,
sino que se enfoca en señalar las emociones que se experimentan al sabernos
vulnerables.
Desde el primer momento, el
estilo cercano de Alicia me envolvió en un abrazo tierno y sentí que estábamos
frente a frente, compartiendo una de esas charlas en las que no se mira el reloj.
Lograr eso con un libro no es fácil y, además, su generosidad al compartir
experiencias tan íntimas me pareció encomiable, casi como si extendiera su mano
a través de las páginas para levantar a cualquiera que lo necesite.
Uno de los aspectos más
llamativos del libro es la estructura. Con capítulos cortos y muy ligeros, Alicia
logra ahondar en diferentes vivencias personales que, aunque universales,
raramente se hacen públicas, y el modo en que ella se desprende de los
prejuicios y del miedo a mostrarse vulnerable, me conquistó profundamente.
Lo que le da fuerza a la obra es
la sinceridad con la que habla de sus momentos más difíciles. No hay un
objetivo oculto, no hay un disfraz pretencioso; hay, simplemente, alguien
compartiendo sus luchas con el fin de poder ayudar no sólo a quienes estén
pasando por lo mismo que vivió ella, sino al entorno de esas personas: amigos,
parejas, padres, hermanos... Además, me pareció muy acertado que destacara la
importancia de buscar ayuda profesional para tratar la ansiedad y otros
problemas emocionales, porque siento que aún hay mucha gente que considera que ese
cuidado a uno mismo es un signo de debilidad. Y nada más lejos.
“Siempre que llovió, paró” se me
antoja mucho más que un libro; es una lección de vida. Nos enseña el valor de
la perseverancia y mantenerse fiel a los principios personales. Las
adversidades no deberían definirnos, sino el modo en que elegimos enfrentarlas.
Gracias, Alicia, por darnos el valor de enfrentar nuestras propias tormentas,
sabiendo que eventualmente pararán y que el sol volverá a salir.
Altamente recomendado para todos
aquellos que necesiten un poco de fe y recordar la grandeza del espíritu
humano. ¡Bien hecho, Alicia!
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