Hace unos días, el guapérrimo J. Mendoza decidió obsequiar a sus lectores con un relato y me pareció una oportunidad perfecta para descubrir su arte. “La vida que nunca tuve” es una lectura breve pero intensa, y nos presenta la vida de Izarbe, una mujer que intenta reconstruirse tras la muerte de su marido, y para ello toma la decisión de adoptar a Bruno, un niño sin identidad conocida, a quien espera llenar de amor y propósito. Sin embargo, la tranquilidad que busca Izarbe se ve interrumpida cuando un cadáver aparece en un jardín cercano, situación que la conduce a cuestionar la delgada línea entre la cordura y el delirio. La historia mantiene el equilibrio perfecto entre emoción, misterio y esas notitas de terror que tanto me gustan. Y uno de sus puntos fuertes es el ritmo. Aquí no hay espacio para el aburrimiento; en cada página, la atmósfera logra mantenerte en constante tensión. Además, las escenas oscuras son especialmente llamativas, muy fáciles de visualizar. Hay una ri...
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