Los amantes


Deambulan mis ojos por tu cuerpo,
meticulosos y precisos, ávidos de tentación,
como colonos desde siglos remotos;
Invasores con el pecho en rebelión.
La piel, senda salvaje y derramada,
receptor fecundo y omnisciente,
crepita al fuego en llamaradas
del amanecer concupiscente.
Explota el deseo en estallido,
mascarada y polución vacilante
que claudica como fuego vencido
y sucumbe ante un beso del amante.

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