CRUCE DE TORMENTOS

 


Adaptarse a una comunidad rural cuando vienes de un ambiente distinto puede ser como adentrarte en la fosa de las Marianas. Imagina un lugar donde cada sujeto te juzga sin contemplaciones, donde todos se han formado una opinión sobre ti sin apenas conocerte. “Cruce de tormentos”, de Dani Huertas, te suelta en esa realidad social y te ves de pronto inmerso en un pueblo muy particular sin demasiadas armas para defenderte salvo oír, ver y callar.

El inicio de la historia te lleva inevitablemente a esas novelas costumbristas con toques ácidos y más de una crítica al sistema en el que vivimos, pero luego se convierte en un thriller salvaje, de esos que arden sobre el papel.

Nos situamos en un pueblo ficticio que representa a muchos pueblos reales, aunque Dani lo ubica en Castilla. La trama se centra en una cadena de circunstancias que se producen a raíz de una pelea entre Cecilia y su pareja Damián. Desde prácticamente el inicio, nos queda claro que este tipo es un impresentable de los de toda la vida, así que no goza de muy buena reputación que digamos. Tampoco Cecilia, que es la diana de todas las críticas en el pueblo. Su perfil me atrapó a ratos, con una intermitencia que Dani usa muy a su favor para lograr imbuirte de la incomodidad y presión reinantes. Me pareció un recurso inteligente y acertado.

Luego tenemos al hijo de Cecilia, Ismael, uno de los grandes personajes de esta historia. Es un chico bastante maduro para su edad, aunque su adolescencia no deja de ser una etapa de contradictorias emociones. Por otro lado, tenemos al “cacique”, Federico, personaje genial y probablemente de lo mejorcito de la novela. Me gustó mucho su temple a pesar de la enorme carga emocional que arrastra. Y el puntito sofisticado, de tipo instruido y capaz de dominar sus impulsos, lo vuelve interesante y magnético.

Hay más personajes, pero hazte una idea de que la mayoría son habitantes del pueblo con mucho tiempo libre y una lengua de lo más impertinente. Por supuesto, no todos son malas personas; de hecho, los pocos amigos que tiene Cecilia, me han parecido encantadores y un ingrediente muy fresco para ir introduciéndonos en el día a día de los protagonistas. Luego todo sufre un giro de 180 grados y te quedas con la boca abierta cual caverna atapuerquil.

La narrativa de Dani es cautivadora e impecable. He disfrutado mucho sumergiéndome en cada página, a veces evitando mirar el reloj por temor a confirmar que había transcurrido otra hora en apenas un pestañeo.

La evolución de los personajes es otro de los puntos fuertes del libro. Cada uno de ellos crece de forma creíble y profunda a lo largo de la historia; están llenos de matices, nadie es perfecto y eso, como lectora y ser humano, me convence. Además, el hecho de que la novela aborde temas tan complejos como el amor incondicional, sobrevivir en una comunidad de dientes afilados, recordar que vivimos en un mundo donde existen los monstruos y la necesidad de concederse dignidad a uno mismo, incluso ante las demandas a veces irracionales de nuestra propia mente, son la guinda en este pastel de letras adictivo y original.

¡Muy recomendable! ¡Seguiré leyéndote, Dani!


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