EL SEÑOR DE LAS MOSCAS


Los libros de supervivencia siempre han tenido un atractivo singular para mí, no sólo por la emoción y el suspense que a menudo acompañan a las historias de vida o muerte, sino también por la forma en que se rescatan los instintos humanos más básicos y la capacidad para enfrentar las adversidades más extremas. En este contexto, "El Señor de las Moscas" de William Golding se destaca como una obra maestra, desvelando con crudeza el conflicto entre civilización y decadencia.

Para Golding, novelista galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1983, la experiencia en la Segunda Guerra Mundial significó un antes y un después en su visión del mundo y, por consiguiente, en el modo de desarrollar sus historias. Una de las tendencias habituales que podemos encontrar en sus libros es el cuestionamiento de la naturaleza humana y su capacidad para ejercer crueldad. Y para muestra, un botón. 

La historia se centra en un grupo de niños que, tras un accidente de avión, quedan a merced de los elementos en una isla desierta. Sin adultos que los custodien, los niños deben organizarse para sobrevivir. Lo que comienza como un intento de mantener cierta estabilidad, con el tiempo degenera en caos y salvajismo.

Los personajes principales, Ralph y Jack, representan dos formas contrapuestas de liderazgo. Ralph es el líder elegido democráticamente, que aboga por la cooperación y el diálogo, y mantiene la esperanza de ser rescatados. Su personaje simboliza la ley, el orden y la civilización. Por otro lado, tenemos a Jack, un chico autoritario y violento, que representa la tiranía y la regresión a los instintos primitivos. El magnífico contraste entre ambos expone una dicotomía que confronta a la civilización con la barbarie, y ese es el punto magistral de esta obra.

El estilo de Golding en "El Señor de las Moscas" es notablemente efectivo. Logra un equilibrio genial entre una prosa sencilla y accesible y una rica simbología. Su narrativa, a la vez directa y profundamente psicológica, nos adentra en la mentalidad de los niños, permitiéndonos experimentar tanto su creciente temor como su descenso hacia lo salvaje. Con un lenguaje vívido y descriptivo, la isla cobra vida, y de algún modo acaba convertida en un personaje más de la historia. Es un escenario magnífico, una especie de regresión a los instintos más nefastos del hombre. Esta es una obra cargada de simbolismos y niveles muy profundos de reflexión, así que, si estás en una etapa en la que no tienes la cabeza para grandes cavilaciones, mejor déjalo para otro momento.

"El Señor de las Moscas" es una obra que invita a analizarnos a nosotros mismos y a comprender lo frágiles que son los pilares de eso que llamamos civilización. La transformación de los niños, que empiezan siendo criaturas inocentes y acaban convertidos en sujetos brutales y salvajes, sirve como un microcosmos de cómo, en situaciones límite, el ser humano puede ser llevado a comportarse de formas que desafían nuestras nociones de civismo y convivencia.

El libro es una bofetada de realidad. Claramente nos proyecta como una sociedad haciendo pobres equilibrios sobre un sistema que, en cualquier momento, fallará. Es aquí, frente al espejo que propone Golding, cuando debemos echarnos un vistazo, más allá del aspecto, y poner a prueba nuestras propias capacidades para elegir quiénes seremos si, llegado el caso, la pirámide social se precipita al vacío.

¿Y tú? ¿Qué personaje serías, Jack o Ralph?



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