EL EXORCISTA
La existencia de
Dios ha sido, es y será siempre motivo de debate entre escépticos y creyentes.
Sin embargo, la figura del Maligno genera menos controversia en el público,
como si el hecho de conocer su supuesta maldad le concediera un poder contra el
que nadie querría enfrentarse.
A pesar del
progreso humano, seguimos sintiéndonos atraídos por lo inexplicable, y si tiene
connotaciones siniestras, mayor es el interés. Uno de los ejemplos más
representativos de esta atracción por lo desconocido es la novela "El
Exorcista" de William Peter Blatty, publicada en 1971.
Blatty se
interesó en el tema del exorcismo tras leer acerca de un caso real de posesión
demoníaca en 1949. Intrigado por este fenómeno, realizó una extensa
investigación, que incluyó entrevistas con sacerdotes y expertos en la materia.
Esta documentación meticulosa se convirtió en la base para desarrollar su
novela y lograr un realismo que ha dejado huella en la sociedad a lo largo de
los años.
El padre Damien
Karras es el personaje central de la novela —al menos para mí—, un sacerdote que
pertenece a la orden de los jesuitas con formación en psiquiatría. Lo
interesante de Karras es que se encuentra en plena crisis emocional, impulsada
por un profundo sentimiento de culpa que surge tras la muerte de su madre. Esto
genera un conflicto entre su vocación religiosa y su formación científica, sobre
todo cuando tiene que lidiar con la delicada situación de Regan, una pobre niña
que padece un mal que los médicos no han sabido solventar. Su madre,
desesperada, acude a él en busca de ayuda. Su cometido será determinar si Regan
está realmente poseída por el demonio o si es víctima de una enfermedad mental.
La inocencia de la
niña, por otro lado, es un elemento clave en la historia. La brutalidad de su
transformación a manos de la entidad demoníaca contrasta con la ternura de su
personalidad original. Este contraste potencia la sensación de desamparo que
experimentamos como lectores. Y créeme, Regan es tan absolutamente adorable,
que resulta imposible no empatizar con ella y el dolor de su madre.
Blatty emplea un
estilo narrativo que combina el realismo con momentos de gran tensión y horror,
lo que contribuye a la inquietante atmósfera de la novela. La obra sigue una
estructura lineal, aunque con múltiples puntos de vista, lo que nos permite
conocer las perspectivas de los distintos personajes y enriquece el relato.
El tema principal
de "El Exorcista" es la fragilidad de la fe y la vulnerabilidad de
los seres humanos frente a lo desconocido. A lo largo de la historia, Blatty
plantea preguntas sobre la naturaleza del bien y del mal y cómo ambos pueden
manifestarse en la vida cotidiana. La lucha de los personajes por mantener su
fe en Dios, mientras enfrentan una entidad maligna, es un reflejo de la eterna
batalla entre la luz y la oscuridad. Y un punto a favor de Blatty es que la
novela prometía ser polémica a niveles estratosféricos, pero el tema es abordado
con tal respeto, presentando los distintos puntos de vista a través de diálogos
sublimes y un magistral tratamiento de las escenas, que el público general
entendió el mensaje y acabó rendido a sus pies. Y es que, al margen de las
creencias religiosas de cada uno, hay miedos que son completamente universales.
Además, puede que esta novela aborde el exorcismo como base de la trama, pero
también hay pinceladas que dicen mucho de nosotros como sociedad. "El
Exorcista" aborda temas como la muerte, el pesar y la incertidumbre sobre lo
que sucede después de la vida. La novela va más allá de la posesión demoníaca y
habla de superstición, de lealtad, del efecto de las fracturas familiares, de los
límites de la ciencia y del miedo a lo desconocido. Blatty destaca la
importancia del respeto a las creencias y la identidad humana, y cómo nuestras
decisiones influyen en ser buenos o malos miembros de nuestra comunidad.
Es un librazo,
una obra maestra del género de terror que sigue siendo relevante hoy en día porque
hace un retrato perfecto de lo terriblemente inseguros que somos los humanos. A
través de la lucha de los personajes y la confrontación con el mal, Blatty nos
recuerda que, aunque siempre albergaremos dudas y nos enfrentaremos a momentos
de debilidad, lo más importante es conservar la fe y ser compasivos entre
nosotros. La novela nos insta a reflexionar sobre nuestra capacidad de resistir
la tentación y proteger los buenos valores, aquellos que representan nuestra
naturaleza más amable. Y también nos ayuda a comprender que la esencia humana
es imperfecta de fábrica. Nadie carece de puntos débiles, y cuando la vida se
tuerce, normalmente nos solemos olvidar de que también tenemos puntos fuertes,
a los que deberíamos aferrarnos para no dejarnos llevar por la decadencia, el
dolor u otras emociones nefastas como el odio.
"El
Exorcista" es, sin duda, una obra que altera nuestra percepción de la
realidad y nos hace cuestionar las creencias más profundas. La combinación de
personajes complejos, una narrativa absorbente y una atmósfera perturbadora
convierte a este libro en una lectura inolvidable que, además de provocar
escalofríos, nos invita a reflexionar sobre la esencia humana y la importancia
de mantener la esperanza y la fe en medio de la adversidad.
Ningún amante del
terror debe dejar pasar la ocasión de leer esta joya de la literatura. Para mí,
de lo mejorcito que se ha escrito en el género. ¡Canelita en rama, guapérrimos!
Una excelente reseña. Vi la película hace muchos años (ahora no me apetece, creo que me he vuelto más sensible o más débil), pero creo que el libro es otra cosa, por muy buena que pueda ser la versión cinematográfica. Gracias, Saray.
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