Otra vuelta de tuerca

 


La literatura de horror ha sido testigo de infinidad de obras grandiosas a lo largo de los años, pero pocas han dejado una huella tan profunda en la memoria colectiva como Otra vuelta de tuerca de Henry James, una novela corta que no tiene desperdicio.

De acuerdo, puede que no se trate del libro más ágil del mundo, y desde luego no es apto para mentes dispersas, pero te aseguro que es un diez en narrativa.

Henry James, nacido en Nueva York en 1843, decidió solicitar la nacionalidad británica en 1915, un año antes de su muerte. Con ello pretendía manifestar su repulsa ante la actitud pasiva que había tomado Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. Igualmente, James ya había adoptado algunas costumbres europeas, lo que influyó notablemente en su estilo a la hora de escribir; de hecho, hoy en día se le sigue considerando un pilar fundamental del modernismo británico, y ese no es un título que los amigos del Reino Unido le concedan a cualquiera.

Conocido por su habilidad analítica y la lectura psicológica de sus personajes, Henry James también se dedicó a la crítica literaria y la dramaturgia. Sin embargo, creo que su legado perdura principalmente por su aporte a la narrativa, sobre todo en la categoría de cuentos y novelas. Entre sus obras más importantes, destacan Roderick HudsonEn la jaulaEl americanoLos EuropeosRetrato de una damaLos embajadores y La copa dorada. Aun así, no creo equivocarme al afirmar que su trabajo más influyente es Otra vuelta de tuerca.

Leer a Henry puede suponer todo un desafío debido a su complejidad conceptual y al estilo denso que imprime en sus obras. No obstante, si eres un lector aplicado y le das una oportunidad a este grande del horror, descubrirás una narrativa enriquecedora y profunda, todo un regalo en tiempos que pecan de sencillez insustancial crónica.

La historia se desarrolla en Bly Manor, una mansión oscura y perturbadora ubicada en plena campiña inglesa. La protagonista, una joven institutriz, es contratada para cuidar a dos niños huérfanos, Miles y Flora. A medida que avanza la historia, se revela un misterio que rodea a los niños y se introduce el elemento sobrenatural de dos figuras espectrales, la anterior institutriz y un empleado de la casa que, al parecer, mantenían un tórrido romance. Y aquí es donde nos estalla la cabeza y llegamos a dudar de la estabilidad mental de la protagonista. En realidad, llegamos a dudar de todo cuanto vamos leyendo. Cuando digo “todo”, me refiero a “todo”.

Y es que el elemento distintivo de Otra vuelta de tuerca es la ambigüedad presente en cada línea, desde la caracterización de los personajes hasta el nudo y el desenlace.

Henry estuvo muy acertado al proponer una narración en primera persona. Esto permite jugar con la credibilidad de la protagonista poniendo en duda la verosimilitud de los eventos que ella misma describe. No tener ninguna certeza de si cuanto sucede es real o fruto de un desequilibrio de esta atormentada institutriz es lo que hace que la novela sea tan impactante y memorable, porque te obliga a enfrentar tus propias dudas y temores, igual que le pasa a ella.

Además de la ambigüedad, otro aspecto que hace que Otra vuelta de tuerca sea un clásico es la habilidad de James para manejar la tensión. A diferencia de otros autores del género, que dependen de descripciones gráficas o escenas violentas, Henry James crea un ambiente inquietante focalizándose sólo en la atmósfera y la psicología de los personajes. Y esto me parece sublime como poco.

¿Quieres saber cuál fue mi interpretación personal al acabar esta novela? Pues, sinceramente, pensé en una lucha entre inocencia y depravación. Por un lado, tendríamos a los niños, los inocentes seres de naturaleza noble e ingenua; y por otro, a la pareja de fantasmas, personajes etéreos a los que la institutriz relaciona de inmediato con la lujuria y la sexualidad. Quizá el propósito de James fuera mostrarnos la visión un tanto inmadura del personaje respecto al sexo, o puede que también quisiera denunciar el peso que suponían ciertas convicciones morales de la época sobre la figura de las mujeres. Aun con esto, la muchacha llega a un punto en que duda de sí misma y de los propios niños, y ese es el momento en que este autor espolvorea de magia la historia, porque “Otra vuelta de tuerca” juega contigo para que llegues a una conclusión muy interesante: ¿es correcta nuestra percepción de las cosas? ¿Vivimos acaso en una realidad manipulada? ¿O puede que nuestra mente, quizá dañada sin que seamos conscientes, nos esté mostrando sólo una ínfima parte de cuanto pasa alrededor?

Sin duda, esta grandísima obra de Henry James ha dejado una marca indeleble en la literatura de horror. Por eso ha resistido la prueba del tiempo y continúa enamorando a los lectores más exigentes.

¿Crees que puedes fiarte de tus sentidos? ¿Dudarías de tu cordura en una situación similar?

Como dijo Sócrates: “Yo sólo sé que no sé nada”.

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