13

 



La ley, ese entramado tan complejo y lleno de matices, juega un papel crucial en la sociedad. No sólo dicta las normas de conducta y los límites dentro de los que podemos operar, sino que también determina nuestros valores. Técnicamente, busca equilibrar derechos y responsabilidades, protegiendo a los individuos y a la sociedad en su conjunto. Pero esto no siempre se cumple, asunto que señala Steve Cavanagh en su novela “13”.

Este thriller legal —lo de clasificar géneros se nos está yendo de las manos—, me ha hecho pensar mucho en el valor de la justicia y la aplicación de las leyes. ¿Será que justicia y ley son dos cosas distintas? ¿Acaso son compatibles con palabras como “ética” o “moralidad”?

“13” se desarrolla en torno a un juicio fascinante. Robert Solomon, un famoso actor, es acusado de asesinar a su esposa y a su jefe de seguridad, y Eddie Flynn, el gran protagonista, un exestafador convertido en abogado, se ve inmerso en el caso. Lo que distingue a este libro de otros thrillers es la premisa: el verdadero asesino no está en el banquillo de los acusados, sino que forma parte del jurado. Al leer la sinopsis me quedé con la boca abierta. «Esto promete», me dije.

La narrativa de Cavanagh me ha parecido tensa y ágil. Los capítulos, cortos y dinámicos, conectan rápido con lectores impacientes, son ideales para este tipo de tramas. Y diría que la construcción de personajes es igual de buena, pero en algunos casos se me ha quedado algo justita. Aun así, me ha parecido buena lectura.

El personaje de Eddie Flynn es profundamente humano. Sus antecedentes como estafador no le restan un ápice de encanto; al contrario, se antoja un elemento distintivo que le beneficia a la hora de realizar su trabajo. Quizá el tema de su alcoholismo y que esté atravesando una profunda crisis matrimonial lo ubique en el saco de personajes estereotipados del género, pero no enturbia su papel en el resto de la historia.

Respecto a Kane, el antagonista, es un personaje genial. Quien me conoce ya debe saber que me fascinan los personajes siniestros, y este, aunque me habría gustado que Cavanagh le hubiera dedicado más páginas, me ha parecido todo un acierto —a pesar de que en algunas escenas tuve la sensación de estar viendo una película de Marvel, por aquello de que a ratos lo veía como un ser invencible con aptitudes un poco rocambolescas, la verdad—.

Kane no es sólo un asesino; es alguien que entiende cómo funciona el sistema judicial y cómo usarlo a su favor. Su inteligencia, meticulosidad y falta de empatía lo convierten en un antagonista formidable y aterrador.

Lo interesante de Kane es cómo hace que te cuestiones la justicia y la moralidad. Que el mal puede residir en lugares inesperados ya lo sabíamos, y también que incluso los sistemas diseñados para protegernos pueden ser vulnerables a la corrupción desde dentro. Kane representa una especie de caos calculador, un elemento que desafía el orden establecido y pone a prueba los límites emocionales de todos, personajes y lectores.

Otro tema crucial en “13” es la manipulación y el poder. El libro muestra cómo los sistemas pueden ser manipulados por aquellos que tienen conocimientos o habilidades específicas. Esto se ve claramente en la manera en que el asesino, desde su posición en el jurado, manipula el caso a su favor. Y el tema se extiende a la manipulación de la percepción pública y la opinión de los jurados, destacando la fragilidad de los sistemas que dependen del ojo humano.

La ética es un tema fundamental en la novela, especialmente en lo que respecta a las acciones de Eddie Flynn y Kane. Trabaja muy bien ese concepto de que las líneas entre el bien y el mal pueden difuminarse en situaciones de alta tensión y de moralidad ambigua. El personaje de Flynn, en particular, representa este dilema, ya que a menudo debe circular entre lo que es legal y lo que considera correcto.

¿Me ha gustado esta novela? Sí, pero con matices. Como thriller, siento que está bien ejecutado, pero el final me ha parecido abrupto y algo escueto. Eché en falta un poco de drama, de peso dialéctico tal vez. De todos modos, considero que es una lectura muy entretenida y recomendable para los seguidores del género. Es una obra muy fresca y seguro que más de uno no encontrará tan necesario el desarrollo de los personajes, como me pasa a mí. Lo siento, hoy estoy muy tiquismiquis.

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