V

La lengua de hercúleos poderes continúa mintiendo en la plaza, mientras la carne de los creyentes se seca a la intemperie, soñando acuarelas en el horizonte en lugar de las inertes cartulinas de ocres y negros. 
Arrastrados sobre piedras, los cuerpos aguardan promesa de besos y fuentes en los desiertos de hastío que soplan fuego al corazón. 
Los muertos entre llamas se rebelan contra el verbo trapacero. Sus cenizas suspendidas en el aire claman venganza, esperando aguacero de cuchillos afilados.
Los vivos siguen en la plaza, atendiendo al discurso febril de la lengua que asesina sólo con hablar. Entretanto, los muertos flotan mudos, como partículas que nadie quiere respirar por temor al dolor de las verdades. 

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