El foro



Como sabrán, recientemente he sacado otro libro —“In-terror-dumbre”, para los que andan un poco despistadillos—, y como cualquier escritor que quiera alcanzar nuevos lectores, busqué algunos foros de lectura y reseñas literarias. Así que, con las pilas bien cargadas, me dediqué a solicitar acceso y unos cuantos me aceptaron.
Hasta aquí todo bien. De inmediato pude interactuar con gente interesada en la literatura y además me permitieron publicitar mi trabajo. «¿Qué puede salir mal?» me pregunté.
La administradora de uno de esos grupos —no diré nombres para que no se me ofenda nadie—, hizo un comentario que realmente no sé cómo tomarme. Para ponerles en antecedentes, sólo diré que publiqué la siguiente imagen promocional junto a una breve sinopsis que explica el contenido del libro.


Acto seguido, la mujer realizó un post donde exponía que, para no convertir la página en un aburrido y cansino espacio de spam, sería interesante que los escritores compartieran algunos fragmentos de lo que escriben en lugar de hacer siempre simples promociones. Y me pareció una buena idea, así que compartí uno de mis poemas. Aludió a la profundidad del mismo y, poco después, posteó una especie de elegía donde lamentaba que los nuevos escritores se decantaran por “literatura terrorífica” en lugar de “literatura que sale del corazón”. Hizo luego un análisis —con estadística incluida— de por qué la gente joven prefería lo comercial a algo que surge de las entrañas de un autor.
Sinceramente, estuve a un tris de iniciar una polémica, pero después consideré que no quería responderle con un testamento, por lo que encontré más oportuno expresarme a través de este medio.
¿Es que acaso la “literatura terrorífica”, como la llama esta señora, tiene que estar necesariamente vacía a nivel emocional?
¿Acaso no ha leído a grandes autores del género como Bram Stoker, Poe, King, Wilde, y un largo etcétera? Quien haya leído “Drácula” sabrá que una obra del género de terror puede estar cargada de sentimientos, de una profundidad tanto a nivel estilístico como argumental que traslade al lector de inmediato a vivir lo que relatan sus páginas. Salvando las distancias —obviamente—, me pareció un poco atrevido que hiciera una reflexión así sin siquiera conocer la temática de mis relatos de horror. Adoro el género, pero a lo largo de mi vida he leído a muchos escritores, cada uno con sus respectivos registros, y soy capaz de valorar un relato de Stephen King y al mismo tiempo admirar un poema de Antonio Machado. Escribir un género u otro no te convierte en alguien sin sentimientos. Cada uno se siente atraído por un estilo y a través de éste se expresa como le parece adecuado. Yo escogí el terror precisamente porque hallo poesía en su oscuridad, en el abismo que encierran algunos personajes y, por supuesto, en el idioma que hablan muchos monstruos.

Creo que la literatura ofrece muchos caminos, tanto a lectores como a escritores que consolidan su estilo gracias a obras que escribieron otros antes de ponerse a crear las suyas. Digo esto, porque la señora comentaba que ella escribía poemas antaño y que no vendía absolutamente nada, y que, después de decantarse por escribir novelas de romance, sus ventas mejoraron mucho. Pues bien, me alegro, escogió su ruta y le funcionó. Eso no significa que quienes no quisieran leer sus poemas sean unos cerrados de mollera o que carguen con una piedra en lugar de un corazón. He leído algunos poemas que me han marcado para siempre, y otros en cambio, me han hecho cambiar de libro.
La vida es así, gustarás a unos y otros te odiarán, pero me parece muy poco profesional criticar a alguien por el registro que prefiera. Nadie sabe cuáles son las circunstancias de quien se encuentra más cómodo leyendo a García Márquez —al que por cierto estoy leyendo ahora mismo— antes que a Henry James, o a Capote, o a H. George Wells. ¿Es que un autor de ciencia-ficción es mejor que otro de comedia?
La cuestión es que el libro, sea del registro que sea, esté bien escrito. Luego hay estilos, tipos de prosa, temáticas, etc… Así que no, señora, un escritor de terror no es un ser sin alma, sencillamente tiene otra vocación.
Hice el ejercicio de imaginarme un mundo sin libros de terror y me dieron escalofríos. Qué ironía, ¿verdad?

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